miércoles, 1 de marzo de 2023

Hola de nuevo


Escribir para hacer catársis no basta.

Es momento de volver a escribir con un motivo, con un sueño de un país más inclusivo, sostenible financiera y ambientalmente. Pero sobre todo, más amigable para sus ciudadanos en todos los estratos sociales que habitan en Ecuador y fuera. 

Esta es una suerte de re inserción en el mundo de la opinión 11 años después de haber dejado de escribir en blogs y en medios de comunicación masivos.

Busco compartir ideas, experiencias y propuestas que son viables para un país como Ecuador. Supongo que esta entrada será la declaración de mi línea editorial. 

Tengo experiencia en periodismo comunitario, político y ambiental, además en desarrollo sostenible en el mundo corporativo, con una breve experiencia en lo público. He trabajado en movilidad eléctrica así como también en repsonsabilidad social corporativa en Ecuador y Australia. Tengo experiencia en transporte público en ambos países también. 

Como migrante en Australia, es claro que quiero compartir buenas prácticas desde un país más avanzado en términos de servicios públicos. Pero que también enfrenta desafíos con privatizaciones y demás.

Seguiremos publicando por acá. Muchas gracias por leer.


martes, 28 de febrero de 2023

No es drama, es que hace calor

 Rescato este texto que no publiqué el 7 de julio de 2011. Me parece increíble que casi 12 años después, los desafíos ambientales de la ciudad se mantienen, al igual que el mismo partido se mantuvo por ese mismo periodo. Me gustaría contarle a la Malú de 26 años del 2011 que pasarán más de una década
antes de ver una nueva tendencia en la autoridad ambiental local. El nuevo alcalde, de una tendencia política diferente a la lista 6, Aquiles Álvarez hereda una ciudad abandonada por décadas en materia de gestión ambiental. Hablar de lo que se viene será motivo de otro texto.

Por ahora me parece valioso ver el análisis de aquella época.

De por qué el desorden en Guayaquil, en su sociedad, economía, política y urbanismo provoca tanto calor y malestar

Es fácil sacarse la responsabilidad. Decir que el calentamiento global es culpa de los gringos por no firmar el acuerdo de Kioto. O de los chinos, por ser millones e industrializados.

Nosotros en nuestro pueblito no debemos preocuparnos, si al fin y al cabo somos un lunar pequeño en este mundo tan grande.

Pero, ¿por qué quedarnos fríos? aunque realmente no estamos fríos sino recontra acalorados, porque resulta que en Guayaquil como que hace más calor. Si eres guayaco o vives en el puerto aunque naciste en otro lado, es importante estar consciente de algunas cifras que detallo a continuación:


Hace más calor. Es un hecho. Según la última comunicación Nacional sobre Cambio Climático de 2010 y de acuerdo al INAMHI, entre 1960 a 2006 hubo un incremento de 0.8°C en la temperatura media anual. Este dato es preocupante porque en 46 años, la tendencia no es que se mantiene o disminuye, sino que aumenta. Todas las implicaciones las ampliaré en otro post, pero en resumen, el aumento de calor afecta tanto a humanos como a animales. Especialmente en la salud.

Sí, hace más calor porque la ciudad crece: no solo se industrializa, sino que recibe en su suelo a miles de migrantes que abandonan el campo y se hacinan en los cordones de pobreza periféricos, sin acceso a servicios púbicos calidad. Ni hablar del impacto ecológico que esto implica, por ejemplo con la quema de miles de hectáreas de bosque seco solo en la zona de Flor de Bastión (entre la Perimetral y atrás de la vía a la Costa) y Monte Sinaí, entre otros.

Todo, cortesía de las mafias que trafican con tierras, entre partidos políticos tradicionales, autoridades solapadoras y uno que otro padrino criollo.

El crecimiento de la ciudad, por otro lado, motiva el aumento del parque automotor, no solo de las clases medias y altas, sino también del transporte urbano (este último bien manejado y con ordenamiento podría contribuir a mejorar la calidad ambiental de las urbes). ¿Por qué nos debe preocupar eso? Porque resulta que el 60% de la contaminación de la ciudad proviene de la combustión que generan las toneladas de gasolina que consumen los carros en Guayaquil. (según Estudio de Contaminación Industrial y de otras fuentes realizado en 1998 por la consultora Espey Houston para el Municipio de Guayaquil).

Tampoco olvidemos el tratamiento que se le da a las 2500 toneladas de basura que a diario genera la zona urbana de Guayaquil. En el botadero Las Iguanas, hay algunos problemas en el tratamiento de desechos sólidos: la ausencia de clasificación de desechos, política de reciclaje y falta de control de los desechos hospitalarios son la tarea pendiente de Puerto Limpio. Pero más que nada del Municipio de Guayaquil por no establecer bases más estrictas en el concurso para el concesionario que manejará la basura de la ciudad más poblada los próximos 6 años.

En todo caso, las cifras están ahí y es hora de empoderarnos y empezar a participar más activamente en el plano ecológico de nuestra ciudad. Esto, exigiendo a nuestras autoridades un mayor compromiso con el cuidado de la ciudad para nosotros. Mayor control de calida dambiental en la indsutria; auditorías a Interagua y Ecapag por el manejo de aguas lluvias y aguas servidas en barrios aledaños al estero salado; recuperación de parques en los barrios y siembra de árboles nativos en bordillos y veredas de la ciudad, para climatizar las calles (sin árboles, la sensación térmica puede aumentar hasta en 5 grados centígrados sin árboles que den sombra).

Son ideas para empezar. 

miércoles, 7 de abril de 2021

La búsqueda de igualdad es feminista

Antes de autodenominarme feminista, me gusta reflexionar sobre lo que implica ser feminista para mí.

Busco igualdad de oportunidades. Busco inclusión social. Busco reivindicación racial histórica. Busco que exista acceso a educación y salud a las niñas y mujeres olvidadas por un sistema patriarcal y capitalista. 

¿Soy feminista? Sí, lo soy. ¿Es el feminismo un club exclusivo al que solo puedes entrar si cumples ciertos requisitos? No. Pero (y sí, claro que hay un pero), es muy importante reconocer el rol de las miles, millones de mujeres activistas. Las que están donde las papas queman. 

En mi camino para entender mejor la lucha del feminismo, he aprendio a escuchar y conversar con mis amigas que viven el día al día siendo activistas. Por eso me gusta hacer un reconocimiento real de las feministas activistas. Yo soy feminista, soy una mujer que reconoce a sus pares y comprende su lucha. Pero no estoy activamente peleando por sus derechos fuera de mi zona de comfort. Hay abogadas, trabajadoras sociales, doctoras, enfermeras, periodistas, políticas que están en el día a día, sosteniendo la mano de madres que perdieron a sus hijas víctimas del femicidio, de ver a sus hijas o sobrinas violadas y sometidas a la condena social o a la cárcel por abortar. Conocer a estas mujeres maravillosas y activistas, me da un baño de realidad tremendo: todas y cada una de ellas están jugándosela contra un sistema corrupto y patriarcal, lleno de estratagemas judiciales y abuso de autoridad. Pero sobre todo, lleno de clasismo y racismo. 

He aprendido tanto a través de mujeres valientes y su activismo a reconocer que el feminismo es una lucha de clase y de inclusión social. Es una lucha para ayudarnos a las mujeres, pero sobre todo, a las mujeres más pobres y desamparadas. Aquellas que no acceden a un sistema de educación de calidad, con problemas de violencia intrafamiliar, acceso a recursos... peor aún, víctimas de racismo y exclusión socioeconómica. ¿Cómo no pensar en el feminismo como una ideología que busca igualdad para todas, pero sobre todo, para las más necesitadas y olvidadas? ¿Cómo pensar en feminismos snobs cuando las mujeres indígenas, afro y mestizas de nuestro país son las más castigadas por nuestro sistema de justicia?

Cuando se dan recortes para la lucha contra la violencia de género, cierre de escuelas fiscales, despido masivo de servidores de salud y un debilitamiento del sistema de justica ¿qué feminismo está luchando por esas miles de mujeres y niñas olvidadas en una pandemia que las encierra con sus agresores muchas de las veces?

Sí, el feminismo no puede ignorar las luchas sociales. El feminismo es en sí una lucha social. Las mujeres nos sostenemos entre mujeres pero yo sí doy un paso a un costado para reconocer a mis amigas y conocidas que luchan día a día, desde sus trincheras, para defender a esas mujeres que más lo necesitan. Ellas lo han hecho por años. Pero en 2021 el nuevo presidente tiene que tener una política sostenible social y financieramente para los próximos años. Sin una política de inclusión de la mujeres, sin recursos para luchar contra la violencia, sin despenalizar el aborto, todas las propuestas de Andrés Arauz y Guillermo Lasso serán marketing político.

Este es mi llamado público y directo, como mujer, como feminista, a los dos candidatos: las mujeres ecuatorianas necesitamos un compromiso contundente, de inversión de recursos, construcción de política pública, creación y fortalecimiento de instituciones que velen por el bienestar de todas las mujeres pero especialmente, las más vulnerables, históricamente olvidadas por nuestro país. La búsqueda de igualdad e inclusión es feminista.


jueves, 1 de abril de 2021

Izquierda shaming

 

“Es que Malú está en Australia” dijo mi amigo, una de las personas más brillantes e íntegras que conozco, para justificar el hecho de que yo tengo la libertad de aparecer en un video apoyando al candidato progresista, Andrés Arauz. Otra amiga me decía “sí es que yo soy de AA de clóset, luego me putean si digo públicamente que votaré por él”. Como diría Nebot ¿es esta la Rusia estalinista? 

Escribo esta columna como una queja pública. Hasta cuándo vamos a soportar quienes no apoyamos al banquero Lasso el acoso, las burlas mal intencionadas, el public shaming, de quienes dicen ser amigos o conocidos (ni hablar de la gente extraña que te insulta gratuitamente por redes sociales, ese es otro mal). Pero no solo eso. Las retaliaciones son varias. Desde perder un trabajo, contratos, ser juzgado por tuitear a favor de los indígenas puede implicar caer en desgracia con ciertas autoridades, gerentes de empresas… o sea, estamos hablando de perder trabajo por opinar abiertamente a favor de la izquierda. No, no estoy exagerando, conozco casos cercanos y personalmente fui cuestionada en mi entorno laboral por una autoridad externa debido a mi apoyo a los indígenas durante el levantamiento de octubre de 2019. “Es que también tú pues Malú, para qué andas opinando en redes sociales” … en serio, eso suena a para qué usas minifalda y luego no quieres que te violen. “Por qué no le pones candado a tus redes si no quieres que te reclamen” … y podría seguir así. En resumen, no puedo opinar que soy de izquierda. La gente de bien es de derecha.

En este texto me referiré específicamente a ciertos insultos dirigidos a personas que abiertamente expresan que votarán por Andrés Arauz. Un universo de abuelos, madres, intelectuales, empresarios, profesionales y no profesionales, líderes barriales, ganaderos, agricultores, trabajadores informales, padres, jóvenes… todos, con profunda conciencia social, con una intención clara de que la riqueza se distribuya en servicios públicos e inversión estatal. Gente que vota por la idea, por el proyecto.

¿Borrego? Soy una mujer ecuatoriana que crecí y viví toda mi vida en un país con desigualdades sociales abismales. Crecí en una familia clase media, estudié y ejercí el periodismo antes de dedicarme a marketing y relaciones públicas. Tengo una madre que siempre nos puso los pies sobre la tierra a mi hermano y a mí en cuanto a la solidaridad y apoyar a quienes más lo necesitan sin asumirlo como un show de caridad o de poder sobre el desposeído. ¿Por qué con todo este bagaje tendría que yo apoyar al candidato banquero? ¿Soy borrega por eso? ¿Merezco ser insultada y menospreciada por rehusarme a votar por un candidato que en su época de banquero usó información privilegiada y continuó especulando con los CDRs luego de la hecatombe económica?

¿Organización criminal? Soy una mujer de clase media, he trabajado desde los 21 años, he pagado impuestos, deudas, he trabajado en el sector público no más de 3 años y 12 años en el sector privado. No he participado de actos de corrupción, ni de asociaciones criminales. Por qué debo recibir esos agravios de gente desconocida solo por querer votar por una opción más progresista. ¿O sea que los millones de ecuatorianos que votan por una opción de izquierda (creyendo la promesa de inclusión social, educación y salud gratuita y universal, inversión estatal, entre otros factores) son criminales? En serio súper básico y odiador ese pensamiento.

Hablemos del acoso pasivo – agresivo de los amigos, de los familiares… en serio, dejó de ser chistoso hace rato. Yo jamás votaría por Guillermo Lasso, pero hasta la fecha he insultado a mis amigos que van a votar por él. Jamás los llamaría corruptos o borregos (y sí, muchos de ellos sí me han hecho bromas respecto a esto y no, no me gusta, son mis amigos, los quiero y obvio que me importa su opinión).

Tenemos que parar la cacería de brujas. Los que hemos sido atacados, también tenemos que verbalizar que no nos gusta, que no es correcto, es agresión por pensar diferente y en democracia, es un sinsentido.

Y termino este texto, afirmando abiertamente que mi decisión siempre apuntará a rechazar políticas que beneficien a los privilegiados. Como con las vacunas, no son prioridad, nunca lo fueron, pero las obtuvieron, con musiquita de fondo y atención personalizada. Por la forma como crecí, como fui criada, por lo que vi como periodista, siempre apoyaré la opción que contribuya a reducir la brecha, y no, no tengo por qué recibir sus insultos. No me voy a hacer cargo de sus problemas de rabia, en serio, vayan a terapia.  

Hola de nuevo

Escribir para hacer catársis no basta. Es momento de volver a escribir con un motivo, con un sueño de un país más inclusivo, sostenible fina...